Un ginecologo demasiado guapo

Un ginecologo demasiado guapoYa llevaban una hora de retraso sobre la marcada, y eso en un día en agosto con poca gente. Se escuchaba mucho ajetreo tras la puerta cerrada, movimiento frenético de que algo había pasado. Cuando entro en la consulta, una enfermera la atendió muy amablemente, y le indico que se desnudara y se colocara en el caballete. Le informo que su medico se encontraba indispuesto, y que intentaría que le atendiese una de las ginecólogas de urgencias, u otro medico. No le sorprendía, su ginecólogo era un abuelete entrañable, que hacia muchos años que debería estar retirado. Ya era viejo la primera vez que le atendió, hacia muchos años. Así que no le sorprendía que hubiera tenido alguna crisis. Y realmente esperaba que no fuera nada grave. Ya llevaba muchos minutos tumbada cuando sintió la puerta. Su marido estaba esperando fuera, y seguramente estaría hecho una furia. Siempre se quejaba que aquel centro era muy caro para el tipo de atención que ofrecía. La puerta se abrió, y se cerro, silenciosamente, dejando pasar por un momento el sonido claro del ajetreo del otro lado. Unos pasos cautelosos se acercaron hasta ella, y de detrás de la cortina apareció un joven doctor. Instintivamente cerró las piernas, pues allí delante, pudiendo ver todo su sexo, había un doctor joven, increíblemente guapo, mirando pasmado a su paciente.Ella comenzó a pensar a toda velocidad. Para eso tenia un cerebro privilegiado y era capaz de analizar la situación con lógica. Aquel joven, moreno, guapo a rabiar, alto y fuerte, tendría que ser un joven en practicas, al que le asignaban casos sencillos, de mujeres muy mayores, o cosas similares. Aquel joven tendría que ser el terror de las enfermeras, y seguramente no lo dejaban atender en aquel reputado centro, a mujeres jóvenes. Así, al encontrarse con ella, una mujer realmente atractiva y con clase, debió avergonzarse tanto como lo estaba ella. Se relajó, y abrió ligeramente las piernas. Lo iba a pasar muy mal, si se entretenía en sus bajos. Le atraía muchísimo el chico. - Cuéntame, ¿que sucede?- Dijo el doctor marchándose un momento.- Bueno, es una visita rutinaria? - Por su mente pasó la intención de confesar el pequeño problema que padecía. ¿tanto se estaba excitando?El chico volvió con unos guantes azules puestos, y desapareció entre sus piernas. Al momento empezó a hurgarle entre las piernas. ¿Pero que estaba haciendo? Nadie le había tocado nunca así, ni su marido. Las ginecólogas solían ser amables, pero frías impasibles a la especial morfologia femenina, buenas conocedoras de su estructura. Los hombres, en cambio solian ser mas ¿cariñosos? Pero igual de fríos. En cambio, aquel chico exploraba su interior como si le estuviera practicando sexo. Ya estaba lo suficientemente avergonzada, como para además sentir que se estaba excitando, y no era fácil que aquello le pasara. Metía el dedo como si la estuviera masturbando, explorando todos los recovecos, tocándole el clítoris, de forma accidental, si, pero provocandole placer. - Bueno- dijo- Todo normal.- Hay un detalle.- dijo ella ya húmeda.- Parece que últimamente esta seco y me duele.El se puso a su lado con cara de comprensión y una mano sobre su sexo como si quisiera consolarla. - Yo he visto que lubricas bien, no veo el problema.Ella lo miro desesperada, y muerta de vergüenza. ¿que estaba haciendo? Deseaba que volviera a explorar su sexo. Miraba al chico y sus ojos negros profundos y hermosos. Si le propusiera follar allí mismo, ella se dejaría. -¿Dolores? ¿sequedad? ¿falta de estimulación? Ella dijo a todo que sí, y el volvió a desaparecer entre sus piernas. - Lo veo receptivo, lubrica muy bien, y no veo tensión al entrar.- Bueno, es que un dedo, no es lo mismo.El metió entonces dos dedos, en una clara masturbación. Ella comenzó a sentir autentico placer. - Se adapta bien, y veo el clítoris receptivo, así que no es eso.Le había acariciado el clítoris un par de veces y ella se estaba estremeciendo de placer. Tenia las mejillas encendidas, y ya respiraba fuertemente. El sexo podía ser inminente. - Serán los guantes, o el lubricante- dijo ella desesperada.- No creo que sea eso- Dijo él con cara de desconcierto.Se quito el guante, y metió los dos dedos nuevamente, esta vez con clara intención de masturbarla fuertemente. Pensó en como se había metido en ese lio. Accedió a entrar solo como favor a una enfermera amiga, quien le había dado la bata. Ahora estaba allí, con una mujer casada suplicando sexo, con su marido fuera esperando. Pero no se había podido resistir. Nadie aceptaría la escusa. Aquello era acoso sexual, por mucho de que la paciente accediera y por mucho de que una enfermera se lo pidiera. Ella lo único que le había pedido es que informara a la paciente de que se fuera, pues su medico estaba grave en urgencias. El se había valido de sus escasos conocimientos para hacerse pasar por doctor y ginecólogo. Ya no había marcha atrás, aquella mujer estaba súper excitada y era culpa suya. A ver como arreglaba aquello. - Creo que es solo con el sexo, con la penetración. - Dijo la paciente con voz entrecortada apunto de tener un orgasmo.El sin pensárselo, sacó su polla, y la metió de forma violenta dentro de su coño. Ella soltó un gemido medio placer medio dolor. - Creo que eso tampoco és.- Le dijo ya en tono juguetón mirando su cara de placer mientras la movía lentamente.- ¿Peró que me has metido? Eso no puede ser tu polla, es enorme. Ah!!!!Ya se había corrido, solo le hicieron falta un par de movimientos para que se corriera. - Yo no veo problema ninguno. Lubricas bien, y llegas al orgasmo con facilidad. - Empezó a sacar la polla.- Cabrón, mete esa bestia otra vez y no pares.- Dijo ella desesperada.Empezó un ritmo salvaje en el que ella se mordía la mano para evitar gritar. Había sacado las piernas del atril y rodeaba su cuerpo para que no se escapara. Cada vez que él dejaba caer su cuerpo sobre ella, y su polla atravesaba todo su ser, era una victoria a años de mal sexo. La estaba partiendo en dos, le estaba haciendo el coño de dos tallas más grandes con aquella polla descomunal, pero estaba siendo el mejor sexo de su vida. - Correte dentro- Dijo mientras tenia otro orgasmo tan intenso que casi pierde el conocimiento.Enganchada con piernas y brazos, para evitar que se le escapara aquel genial sexo, sintió como una cascada de semen le inundaba su sexo y salia a presión con cada nueva penetración. Acabaron los exhaustos, pero rápidamente recobraron la compostura, y se pusieron en una posición menos comprometida, volviéndose a vestir ella. Estaban a punto de despedirse, cuando ella se abalanzo sobre él, abrazándolo y besandole en la boca. - 20 años de visitas y nunca me habían solucionado el problema. Y tu en 10 minutos me descubres que no tengo ninguno.El callaba avergonzado pensando en la aque había liado. - ¿Donde tienes la consulta? Pienso pedir cambio.- En el cuarto de la limpieza.- Reconoció él.Ella lo observó y comprendió. Era demasiado bueno para ser verdad. Cogió su bolso y salió de la consulta. Él espero tras la puerta, intentando ver si escuchaba algo que le indicase que tenia que salir corriendo de allí. - ¿Que te pasa? Te veo especialmente afectada hoy. - Escucho que le decía una voz masculina.- Ya sabes que eso se me irrita solo con tocarlo. Nunca es agradable la visita al ginecólogo.Sintió que se alejaban. - Pero tanto? Si parece que te hallan empalado.- Hoy asido muy duro, calla!!- Dijo con tono enfadada ella.- Sabes que no me gustan estas visitas. Y para colmo he de volver la semana que viene.Él falso doctor rio para sus adentros. Tendría bastantes exploraciones desde ese día.